Podría decir, al uso que Miguel López Hurtado nació en Antequera, aproximadamente en el siglo pasado. Y que se licenció en pintura y escultura. Y que despliega por bandera toda una teoría del entusiasmo en su cabalgar hacia la naturaleza.

 

Y así, este Miguel, expulsado de no se sabe dónde, ha encontrado dos claves: el color y su expresión. Un encuentro intemporal en el que la memoria se asienta en el futuro, el pasado, escaso de edad, aún no ha llegado y el presente tiene un olor penetrante a rojos y amarillos y azules, estallando. Toda una dimensión luminosa en la que las figuras e, incluso, autorretratos podrían ser paisajes de esta geografía urgente e infinita que cuenta y canta al color.

 

Decía Jean Cocteau: "HAY QUE SABER HASTA DONDE SE PUEDE LLEGAR DEMASIADO LEJOS". Y, demasiado lejos puede ser la fidelidad a uno mismo y a su obra; y puede ser alcoba sin salida el universo. Dentro de tí, Miguel está la respuesta.

 

Ricardo Mingo